C/ Ausias Marc, 92 - 08013 Barcelona - Tel. 607 198 296 - r.cammany@caiusmaecenas.org

 
   
 
 

 

  • Caius Cilnius Maecenas
    Palazzo Conservatori di Roma

    Me llamo Caius Cilnius, pero soy conocido como Maecenas. Nací 70 años antes de vuestra era, y me despedí, para entrar en la inmortalidad, 8 años tras C.

    Si bien es cierto que lo he tenido todo: descendiente de una noble familia etrusca, culto, sensible, amable y, para mi época, una larga e intensa existencia, también lo es que he hecho míos los problemas de aquellos que, poseyendo talento y capacidad, no podían ofrecérnoslos por falta de recursos, privándose y privándonos mutuamente de sus beneficios. He sido hábil en los negocios y experto en buenos oficios, pues he evitado numerosas discusiones entre poderosos, que mucho hubieran perjudicado a mi querida Roma.

    Debéis saber que me honro entre otros notables, con la amistad del emperador Augusto y del poeta Virgilio, a los cuales aconsejé siempre según mi recto entender, como voy a hacer con cualquiera de vosotros que comparta conmigo mi vocación: el Mecenazgo.

    No me vanaglorio de otorgar mi apellido a tan honrosa misión, pues igual que en los hijos perduran los padres, cada una de las acciones de mecenazgo que realicéis, la asumiré y velaré pues, como propia.

    Considerad siempre que huyo de fiestas y pompas, pues pese a mis posibilidades, procuro ser prudente en la fortuna y estoico en la desgracia, humilde frente a los débiles, pero siempre poderoso ante los fuertes.

    Me gusta la sencillez y el orden, virtudes esenciales para realizarse, tanto en las letras, como en las ciencias y las artes.

    Mi gran pasión: ayudar a que cada cual pueda poner lo mejor de sí mismo al servicio de los otros. ¿Utópico?, ¡quizás! Pero así me forjé antes de daros a todos una palabra, que quien la ostente se hará merecedor del respeto de los otros. La palabra es Mecenas, y los que la abracen, tendrán mi reconocimiento y afecto. Sencillamente serán, seréis, mis hijos y como tales mis herederos.

    Permitidme, si no contrarío vuestra atención, que os haga participar de algunas reflexiones que deben nutrir la ética de todo mecenas.

    1. No debéis atribuir a los dioses el azar incierto, sino a la poca virtud de los hombres, su temor cierto.

    2. Todo hombre posee un bien, es vuestra misión que él lo sepa.

    3. El poseer te hace rico, el dar te hará feliz.

    4. Sabed que quienes rechazan el hierro nunca fabricarán acero.

    5. Aunque vuestra barca tenga velas, no tiréis nunca los remos.

    6. Si no le dais la ocasión al héroe, pasará inadvertido.

    7. En toda vida hay existencia, pero no en todas las existencias hay vida.

    8. Oculta la voz cuando el silencio sea elocuente.

    9. Temo de ti, el miedo que causes.

    10. Cuando un hombre es demasiado fuerte para anularse, pero demasiado débil para revelarse, la tragedia emerge.

    11. Considerad el miedo como la más alta expresión de la impotencia de un cambio.

    12. Cuando un hombre tiene más despedidas que encuentros, es que el vacío quiere ser su amigo.

    No quiero cansar más vuestra hospitalidad en acogerme, en este nuestro primer encuentro.

    Marchad pues, si os place, a vuestras obligaciones y quehaceres, pero sabed que os he escogido para grandes empresas y mejores causas, que en el momento oportuno; como la naturaleza convierte el genérico mosto en selecto vino, dotando al nombre de atributo; os iré desvelando, si convenís y coincidís conmigo, en la virtual realidad de mi presencia.


    ¡Carpe diem!

    Vobis,

    Caius Cilnius Maecenas



   

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