Caius
Cilnius Maecenas
Palazzo Conservatori di Roma
Me
llamo Caius Cilnius, pero soy conocido como Maecenas.
Nací 70 años antes de vuestra era, y me
despedí, para entrar en la inmortalidad, 8 años
tras C.
Si
bien es cierto que lo he tenido todo: descendiente de
una noble familia etrusca, culto, sensible, amable y,
para mi época, una larga e intensa existencia,
también lo es que he hecho míos los problemas
de aquellos que, poseyendo talento y capacidad, no podían
ofrecérnoslos por falta de recursos, privándose
y privándonos mutuamente de sus beneficios. He
sido hábil en los negocios y experto en buenos
oficios, pues he evitado numerosas discusiones entre poderosos,
que mucho hubieran perjudicado a mi querida Roma.
Debéis
saber que me honro entre otros notables, con la amistad
del emperador Augusto y del poeta Virgilio, a los cuales
aconsejé siempre según mi recto entender,
como voy a hacer con cualquiera de vosotros que comparta
conmigo mi vocación: el Mecenazgo.
No
me vanaglorio de otorgar mi apellido a tan honrosa misión,
pues igual que en los hijos perduran los padres, cada
una de las acciones de mecenazgo que realicéis,
la asumiré y velaré pues, como propia.
Considerad
siempre que huyo de fiestas y pompas, pues pese a mis
posibilidades, procuro ser prudente en la fortuna y estoico
en la desgracia, humilde frente a los débiles,
pero siempre poderoso ante los fuertes.
Me
gusta la sencillez y el orden, virtudes esenciales para
realizarse, tanto en las letras, como en las ciencias
y las artes.
Mi
gran pasión: ayudar a que cada cual pueda poner
lo mejor de sí mismo al servicio de los otros.
¿Utópico?, ¡quizás! Pero así
me forjé antes de daros a todos una palabra, que
quien la ostente se hará merecedor del respeto
de los otros. La palabra es Mecenas, y los que la abracen,
tendrán mi reconocimiento y afecto. Sencillamente
serán, seréis, mis hijos y como tales mis
herederos.
Permitidme,
si no contrarío vuestra atención, que os
haga participar de algunas reflexiones que deben nutrir
la ética de todo mecenas.
1.
No debéis atribuir a los dioses el azar incierto,
sino a la poca virtud de los hombres, su temor cierto.
2.
Todo hombre posee un bien, es vuestra misión que
él lo sepa.
3.
El poseer te hace rico, el dar te hará feliz.
4.
Sabed que quienes rechazan el hierro nunca fabricarán
acero.
5.
Aunque vuestra barca tenga velas, no tiréis nunca
los remos.
6.
Si no le dais la ocasión al héroe, pasará
inadvertido.
7.
En toda vida hay existencia, pero no en todas las existencias
hay vida.
8.
Oculta la voz cuando el silencio sea elocuente.
9.
Temo de ti, el miedo que causes.
10.
Cuando un hombre es demasiado fuerte para anularse, pero
demasiado débil para revelarse, la tragedia emerge.
11.
Considerad el miedo como la más alta expresión
de la impotencia de un cambio.
12.
Cuando un hombre tiene más despedidas que encuentros,
es que el vacío quiere ser su amigo.
No
quiero cansar más vuestra hospitalidad en acogerme,
en este nuestro primer encuentro.
Marchad
pues, si os place, a vuestras obligaciones y quehaceres,
pero sabed que os he escogido para grandes empresas y
mejores causas, que en el momento oportuno; como la naturaleza
convierte el genérico mosto en selecto vino, dotando
al nombre de atributo; os iré desvelando, si convenís
y coincidís conmigo, en la virtual realidad de
mi presencia.
¡Carpe diem!
Vobis,
Caius
Cilnius Maecenas